Terraplanismo FC
Javier González-Cotta 03/02/2025 |
No sabía yo quién era el tal Javier Poves, hasta que el negacionismo redentor ha conseguido ahora uno de sus más sonados acoples. De ahí estos días sincrónicos y perfectos, con el triunfal paso de la oca del Trumpanato 2.0 en Estados Unidos y el inminente cónclave de la ultraderecha europea, ‘Patriots’, que con el agasajo de Vox tendrá lugar esta semana en Madrid. Todo sea para desagraviar, de paso, a la comparsa negacionista y antivacunas, que casi fue desalojada por el público en el Teatro Falla de Cádiz, primero por malos y, segundo, por memez no digna de lástima y sí ofensiva.
Este Javier Poves, ex jugador de fútbol, es ahora entrenador del Colonias Moscardó, del barrio madrileño de Usera, que milita en la 2ª RFEF. Ha alcanzado cierta fama espumosa por afirmar, entre otras hondas cavilaciones, que la tierra no es redonda, que nadie le ha mostrado la curvatura de los océanos, que el coronavirus fue un invento chino o que la NASA es un lavadero de dinero procedente del narcotráfico de las galaxias.... Le ha faltado decir que el cielo está colocado del revés, lo que hace que llueva poco y aumente el mercurio, explicación que podría acabar de una vez con el fanatismo climático. En 2020, el susodicho renombró el Móstoles Balompié, al que entrenaba, y lo llamó como Flat Earth FC (tierra plana en lengua cervantina). Su ficha como jugador de Primera División no pasa de los once minutos (es el tiempo que jugó en la máxima categoría con el Sporting de Gijón del añorado Manolo Preciado).
De un terraplanista uno admira su coherencia. Su encefalograma plano es lo que le hace pensar que la tierra es plana. Ligado al fútbol como está, uno se pregunta si entrenar al Colonias Moscardó le lleva a reafirmarse una y otra vez de que la única esfera cierta y real que existe en este mundo avieso y manipulado es la del balón de fútbol que rueda –hasta nuevo aviso– sobre el verde césped.
El caso del iluminado Javier Poves refleja que vivimos tiempos donde la gilipollez borboritea como nunca. En el mundo del fútbol, el compromiso político y social hizo que muchos jugadores mojaran la camiseta por partida doble. La mojaban dentro y fuera del campo. Los ha habido futbolistas históricos, caso del maoísta Paul Breitner, cuando recaló en el Real Madrid con Franco aún agonizante, o del gran Sócrates, inspirador de Democracia Corinthiana y adalid de la lucha contra la dictadura brasileña. Los ha habido reflejo del haz y el envés ideológico, como Lucarelli, comunista pata negra y leyenda sentimental del Livorno (la ciudad atolón del PCI), y Di Canio, fascista confeso y admirador de Mussolini, lo que le llevaba a saludar a la romana a la hinchada celeste de la Lazio (¿qué otro equipo italiano podía no ser?)
¿Recuerdan a aquel tipo, el tal Oleguer? Era aquel jugador independentista y anticapitalista, que jugaba en el Barça y votaba a la CUP. Salva Ballesta, fachoso 'de natura', era su némesis (entre sus deseos confesados estaba el querer conocer al teniente coronel Antonio Tejero, tricornio y sainete del 23-F). El fiestero y picha brava Neymar llegó a pedir el voto para Bolsonaro en detrimento de Lula (decía que Bolsonaro promovía la familia y las costumbres tradicionales). El portugués Ricardo Quaresma se posicionó contra la ultraderechista Chega nada más emerger este nuevo partido en la vecina Portugal.
Más cercano a nosotros, hace nada Borja Iglesias combinaba su nadir futbolístico en el Benito Villamarín con muestras de compromiso viral. Se pintó las uñas de negro para apoyar la campaña ‘Black Lives Matter’, fue adalid ‘pret a porter’ de la nueva masculinidad (lució bolso y palmito en una boda junto con Aitor Ruibal) y, en 2023, pidió el voto para lo que él entendía que eran las fuerzas progresistas cara a las últimas elecciones generales.
Comparados todos y cada uno de los citados con el tal Javier Poves (y nos ponemos la pinza en la nariz con algunos), lo que se saca en conclusión es que sí que hay una evidencia científica. La gilipollez ha alcanzado su punto de supernova. Cómo se echa de menos a la gente del fútbol que sólo soltaba tópicos y frases manidas en las contadas entrevistas que concedían. Volved, por favor.