Ilusión
Antonio Félix 02/01/2025 |
Pocas palabras son tan bellas como ilusión, con su insuperable fragancia, con su terrible dicotomía. Ha despertado otro año, y el elefante del Sevilla sigue ahí, con toda su pesadumbre encima. Y, sin embargo, la hinchada todavía paladea un regusto feliz, el que dejó el glorioso adiós que el club ofreció a Jesús Navas, inmejorable colofón a la increíble despedida que el genio ya venía disfrutando en sus últimos partidos en el Bernabéu y el Sánchez-Pizjuán. Tras el quilombo que se formó el pasado verano, con el amago de fuga precipitada y triste, había sus dudas sobre el proceder de este Sevilla tan derruido, que, poco a poco, entre bandazos propios y cañonazos ajenos, trata de enderezarse. El homenaje a Navas, que perdurará en la memoria de todos, fue también un canto de esperanza para el club, que, después de mucho tiempo, consiguió hacer algo mucho más que bien: algo perfecto.
Queda, ahora, la tarea de prolongar esa ilusión, de evitar que sea, simplemente, ilusoria. De que el engranaje de esfuerzo, compenetración y entusiasmo que ha servido para esto se traslade a las otras áreas del club, de que la eficiencia se imponga al fin al hueco partidismo. No es sencillo, pero es imperioso, comenzando por el recién inaugurado mercado de invierno, que reclama puntuales habilidades del Sevilla. Allá quien desee mecerse sobre los supuestos brotes verdes de este equipo. La realidad es que ha ganado cuatro partidos, todos con la lengua fuera, alguno gracias a las últimas heroicidades en servicio de Jesús Navas, al que ya no tendrá. Allá quien vea juego, o brío, o solidez en este Sevilla. Mi impresión es que, si no hubiera un puñadito de equipos tan, tan malos, el drama sería gordo. Así que ilusiónense, sí. Pero no dejen de temer el descenso.