El Greco y González-Dans
Javier González-Cotta 22/11/2024 |
No, no me refiero a la calle Greco, una de esas travesías necesariamente anodinas que le dan su alma auténtica a la ciudad y nos dan esperanza a quienes vivimos en la cárcel temática del centro histórico. Disculparán el desfogue de inicio; pero hablo, en clave Greco, del pintor cretense, de Doménikos Theotokópoulos (El Greco).
No conocía de nada a don José González-Dans, nuevo director general del Sevilla FC. Pero ha sido verlo en fotos por este portal, su web amiga, y creído ver por su faz y su semblante al mismísimo ‘Caballero de la mano en el pecho’. Por ende, me he recordado también a algún que otro hidalgo español, de los de negro atavío y blanca golilla, esos a los que tanto retrató el genio del color y el alargamiento sutil. Es más, he probado a comparar el 'Retrato de un caballero anciano' (supuesto autorretrato del pintor), y he llegado a la conclusión de que el aún lustroso (o ‘viejoven’) González-Dans envejecerá seguramente igual que el senecto personaje que aparece en la tela que el pintor hizo bajo el nadir de su etapa toledana.
A partir de ahí he intentando no despistarme y comprender –creo que en vano– qué meta se propone el gallego González-Dans para sacar al Sevilla de su decadencia. Se dice que el club ha incubado el síndrome del Deportivo de La Coruña y del Oporto. O sea, equipos que de la súbita gloria han bajado peldaños competitivos y han tocado el subsuelo por "indigestión de plata" (término que acuña el compañero Eduardo Florido en Diario de Sevilla). Quien dice el Greco dice también Pessoa. Me explico. Al parecer, la fórmula que empleará el nuevo director general, avalado por Javier Tebas, se basa en el ‘sentidiño’. ¿Y qué es esto del ‘sentidiño’? En castellano no tiene un significado claro, pero remite, más o menos, al sentido común, a hacer las cosas con lógica, sin excentricidades ni salidas de tono.
El ‘sentidiño’ no tiene, pues, traducción exacta, por eso se entiende perfectamente. Lo mismo le ocurre –y vamos a Fernando Pessoa– con la 'saudade', vaporoso término asociado al alma portuguesa, donde se trasfunde la neblina de la perdida sobre un horizonte de ultramar sin contorno. Pessoa decía que con la ‘saudade’ los dioses regresan altivos y distantes. Por tanto, volviendo a González-Dans, si mezcláramos el ‘sentidiño’ y la ‘saudade’, pues igual nos sale la receta galaico-lusa por la que el Sevilla de Del Nido Carrasco podría salir a flote.
Suena todo muy bien. Pero no casa, en principio, esta vocación por el sentido común sin estridencia y el deseo de que vuelvan los dioses altivos y distantes con el hervor que suele estilarse por Nervión. Caparrós y la sangre sevillista. O ese deseo de retomar el “ADN sevillista”, el lema que pregona Del Nido Junior y que sólo le falta lucirlo como un pin en la chaqueta. ¿Y qué es el "ADN sevillista"? Se entiende eso de volver a la raíz del crecimiento, cuando se fichaba barato por la puerta de servicio, se olisqueaba el talento en bruto y se vendía luego por un potosí que permitía compaginar decoro económico, brío competitivo y éxito deportivo. Es fácil decirlo y suena como un silogismo venido del olimpo. Pero la busca del talento en medio de la selva no siempre trae fruto. El gol suele ser un insondable si no se tienen posibles. Y todo, absolutamente todo en el fútbol, depende de una sencilla operación física en torno a la ley motriz y el movimiento de los elementos sobre la ley de la gravedad. O sea: que la maldita pelota entre, aunque sea llorando, sobre la línea de gol.
Habrá que confiar en González-Dans, a quien uno quisiera conocer en persona por la sencilla razón de que el Greco es mi pintor favorito. La lesión para tres meses de Nianzou (ahora que casaba bien con Badé) no me va a joder la jornada, pues pienso seguir comparando el rostro del supuesto eficiente director general con el del caballero e hidalgo español de la mano en el pecho. Esa misma jeta, esos mismos ojos orbiculares, esa austera hidalguía… Además, por si fuera poco, por fortuna González-Dans no es ni sevillano miarma ni sevillista de hervores y humores. Ya recordaba por aquí Antonio Félix que al Sevilla, cuando mejor le ha ido, es cuando los acérrimos a la causa han estado al margen. Ojalá.