El Balón del Desdoro (o el antipremio necesario)

Javier González-Cotta 28/10/2024

Estimado e improbable lector. Quizá esté usted comiéndose las uñas con un tembleque de nervios ante la elección esta noche del próximo Balón de Oro. Cada cual se trabaja su nerviosera como quiere, igual que en su hambre manda cada cual en la suya. De ser sincero, le confieso que el asunto me resbala y me ha resultado por completo ajeno desde la noche de los tiempos (el primer Balón de Oro lo ganó Stanley Matthews, leyenda del Blackpool -hoy decadente ciudad inglesa- en 1956). No es por petulancia ni por querer llamar la atención ridículamente en esta columna volátil y por completo olvidable. Es sólo por simple aburrimiento y desinterés patológico. Confiéselo, ¿no le pasa a usted un poco lo mismo que a mí?

Lo que me sorprende es que la velada del Balón de Oro que hoy se celebra sea la de la 68ª edición. A mis algo más de 50 palos, es prueba palmaria de que llevo al menos unas cuarenta ediciones con conciencia racional y autónoma de estar por completo ajeno a las vicisitudes del trofeo a los supuestos Adonis del fútbol mundial. 

Decían que el Balón de Oro iba a premiar a Vinicius Jr por haber ganado el pasado año Liga y Champions y por haber sido MVP de la máxima competición europea (un dato del que me he enterado casi ahora mismo). Uno estaría dispuesto a seguir la gala si Vinicius, en efecto, fuese el claro aspirante a la dorada presea. Pero eso sólo sería posible si como alternativa pudiera celebrarse la gala del retruécano y le fuese concedido al susodicho el Balón del Desdoro al jugador que peor nos cae y que más inquina (deportiva) nos suscita por motivos sobradamente conocidos (ya saben, su impunidad arbitral y la tapadera del racismo). Pero, ay, lástima. Mientras perpetro estas líneas se ha filtrado que Vinicius Jr. no será el ganador y que todo apunta a que podría ser el español Rodri el elegido. El Real de Madrid -con la preposición debida- ha montado en cólera por lo que considera una afrenta institucional. 

Debo ser además un español de baja intensidad. Apenas si me afecta el que haya, de entre los 30 candidatos de esta noche, otros cinco nombres de futbolistas patrios con posibilidades más allá de Rodri (Carvajal, Lamine Yamal, Dani Olmo, Grimaldo y Nico Williams). Según yo lo veo, el auténtico patriotismo reside mucho más en: 1) Ver el Mallorca-Athletic Club que esta misma noche se juega bajo la Dana que azota las Baleares, y 2) Seguir la previa de los maravillosos partidos de Copa del Rey que Sevilla y Betis disputarán esta semana, respectivamente, contra Las Rozas CF y CD Gévora. Mi patriotismo futbolero acaba donde terminan mis paseos por los alrededores de mi aldea gala. Y, por supuesto, por aquello de airearme me interesa muchísimo más seguir las vicisitudes en la Conference del FC Noah armenio o del serbobosnio FK Borac de Banja Luka que estar al tanto de los rumores y apuestas en torno al posible ganador del Balón de Oro. 

Me temo que no es posible que pueda celebrarse la gala del Balón del Desdoro como evento alterno, igual a como se entregan los Razzies o premios anti-Oscars a las peores películas y a los peores actores y actrices de la temporada. Nos alegramos en cualquier caso por Vinicius Jr. Quiero decir que nos alegramos porque no se haya llevado el premio que a muchos, como digo, nos trae al fresco. Otra vez será.