Hipocresía

Antonio Félix
Antonio Félix
10/10/2024

El Sevilla se está ganando a pulso todo lo malo que le pase. Y lo malo amenaza con ser tremendo. Apenas 24 horas después de ese rayito de luz que supuso el derbi, con el equipo corajudo, Europa a dos puntos, Pimienta cogiéndole el aire al invento, Ejuke regateando hacia delante y Nianzou minimizando sus catástrofes atrás (ya sólo sale a dos pases a los rivales y una expulsión por partido), sin tregua, decimos, tras todas estas magníficas noticias, la federación de peñas sevillistas decidió que era el momento para pedir el cese del actual presidente y su consejo de administración. Al parecer, no sólo cuando se pierde es culpa de ellos, sino que cuando se gana es a su pesar.

Al igual que otros mensajes anteriores, de los grupos ultras o de algún que otro pobre bardo con inequívoca vocación de jefe de prensa, el comunicado de la dichosa federación adoleció de un vicio común: la hipocresía. ¿Echar a los que hay? Vale, bien. No faltan los motivos para apoyar esa moción. Pero, ¿para poner a quién? Ni las peñas, ni los ultras ni los bardos se atreven a completar su mensaje, a dar a esa sencilla pregunta su respuesta. A pesar de que todos sepamos cuál es. Pura cobardía. 

Salvo que algo nos hayamos perdido por el camino, y alguien emerja como tercera vía (y no me vengan con el del pádel hypermotion, por favor, seamos serios), la única respuesta posible es José María del Nido Benavente. ¿Y por qué no lo dicen? Es sencillo. Queremos echar a estos desgraciados para poner al señor Del Nido, nuestro expresidente carcelario, el machote que amenaza públicamente con partir dientes y sacarlos de uno en uno, el héroe que representa como nadie el orgullo, grandeza y dignidad de nuestra centenaria institución ¿Lo ven? No es tan difícil. 

Ya puestos, le pueden retornar al lado a don Joaquín Caparrós, Jokin en Bilbao, derroche de sevillanía en un palco, Nureyev en la algarabía de los aficionados. Y, entre todos, seguir formando a los cachorros del equipo para que no disfruten tanto del esfuerzo propio como de la pena del derrotado. Miren que les queda cerca el ejemplo mitológico de Jesús Navas, de quien jamás emanó un gesto obsceno para el rendido. Pero qué vulgaridad, ¿no? Donde se ponga la humillación. 

El Sevilla tiene por delante dos caminos. En uno hay gente bienintencionada, educada y, hasta el momento, demasiado errática, condición que el derbi puso un poquito en cuarentena. En el otro hay gente que da tanta vergüenza, que ni siquiera quienes les apoyan se atreven a nombrarlos. 



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