Otra vez el fútbol moderno
Javier González-Cotta 27/08/2024 |
Del griego Esopo y del latino Babrio la fábula de la codicia encontró su mascota: la gallina de los huevos de oro. La Fontaine la versionó a su modo empezando así: “La avaricia pierde todo queriendo todo ganar”. El fútbol moderno –territorio hostil– ha convertido el calendario en un ‘patchwork’ de partidos y torneos de vergonzante invención. Todo sea por el dinero. Yo no me quejo porque haya más fútbol. Me quejo del modo en que se nos quiere vender el nuevo fútbol y su bulimia de partidos. Corren malos tiempos para el futbolero conservador. Entre politólogos hay un eslogan que dice que ser conservador es el nuevo punk. Podría aplicarse a la aversión por el nuevo fútbol. Ser punk es también tenerle tirria al fútbol moderno. El rechazo del pueblo díscolo ya comenzó en 2011, cuando la llamada Fundación de Raperos Atípicos de Cádiz (FRAC) convirtió su oda ‘Odio eterno al fútbol moderno’ en una reliquia oculta en el pozo sin fondo de Youtube.
Desde entonces hasta hoy, todo ha empeorado. El formato de la nueva Champions que se estrena con el sorteo de este jueves (36 equipos, liguilla única, cuatro bombos, ocho rivales por equipo, clasificados para octavos, play-off y eliminados, etcétera), sólo ofrece hastío en quienes reclamamos nuestro derecho a la pereza respecto a toda innovación. Cuando uno ya había dado su plácet al formato Champions tras tantos años de seguimiento (la vieja Copa de Europa era de naturaleza muchísimo más pura), ahora nos viene la UEFA de Aleksander Ceferin con este nuevo formato.
Pero lo peor está aún por llegar. Si aquello tan malsonante del Mundialito de clubes (ahora lo llaman Intercontinental) ya nos parecía una estúpida disrupción en el calendario de la temporada, ahora cobra forma para 2025 el llamado Mundial de Clubes ideado por la bombilla calva de la FIFA: Gianni Infantino. Con tanto socavón, nada queda del calendario clásico donde la Liga y las competiciones europeas ofrecían su terreno llano y comprensible para el aficionado medio. El nuevo negocio de Infantino, ávido por explotar la gallina, pretende ser cuatrienal, con presencia de 12 equipos europeos, 6 por Sudamérica, 4 por Asia, África y Centroamérica, 1 por Oceanía y, como colofón, 1 por Estados Unidos como país organizador.
Nos quitamos ya de en medio –hasta nuevo aviso– la guerra de la avaricia con la Superliga de Florentino Pérez Rodríguez. Pero ahora Infantino, enemigo acérrimo de Ceferin, quiere imponernos esta nueva filfa engreída que apesta a lo de siempre: a codicia y a fútbol moderno. Pongamos que un Real de Madrid o un City podrían jugar en solo un año lo siguiente: Supercopa de Europa, Supercopa patria, Liga nacional, Champions, Intercontinental, Copa patria y Mundial de Clubes. Y todo ello sin perder de vista el calendario de selecciones para los jugadores (Mundial, Eurocopa, Liga de Naciones, Juegos Olímpicos y, ya puestos, la calderilla de algún amistoso o partido benéfico para guardar las formas).
De la saciedad a la suciedad. Esto es el fútbol moderno. Cantemos con el FRAC: ‘Odio eterno al fútbol moderno’. Patadón y tentetieso. Y viva el punk retrógrado.