El exotismo canario y la farsa inicial
Javier González-Cotta 16/08/2024 |
El más incierto Sevilla Fútbol Club se estrena hoy en Gran Canaria (los clásicos aún siguen diciendo eso de las Islas Afortunadas). Aguarda en su feudo del “Pío Pío” Las Palmas, equipo en el que se ha dado un episodio que uno podría considerar como exótico y hasta un punto esotérico. Por lo que he leído –con brinco incluido– el ínclito Adnan Januzaj ha sido recibido allí con rango de un fichaje estrella. Podría ser cosa de los efluvios de la insularidad, tan gratos por otra parte, lo que debe moldear el carácter y las emociones de sus nobles gentes.
No jugará el citado belga y medio albanokosovar porque anda lesionado, lo que nos va a privar de una posible ‘vendetta’ por su parte (en caso, claro está, de que se evidenciara que por sus tuberías corre la sangre y no la chufa valenciana). Al parecer, Januzaj anda contrito porque ha sufrido una de esas lesiones que todos sabemos decir de carrerilla sin equivocarnos: rotura fibrilar en el bíceps femoral izquierdo. Contrito anda, decimos, porque el jugador, según parece, andaba ilusionadísimo y con la mente llena de energía para poder relanzar su carrera. ¿Están hablando del Adnan Januzaj que hemos conocido a la sombra de la Giralda? ¿O se trata de un sosias creado por la IA?
La llegada supuestamente estelar de Januzaj ha sido amenizada también por dos escoceses, cuyo fútbol, en teoría, debiera chocar con el predicamento de buen toque y marasmo que históricamente se ha prodigado en las Canarias. Pero el caso es que han aterrizado en la casa amarilla los dos Mc, internacionales al parecer. A saber, el central McKenna y el delantero McBurnie. En principio, está previsto que ambos sienten sus posaderas en el banquillo. Pero a falta del infortunado Januzaj el aliciente también exótico pasa por ver a los dos Mc de Escocia en escena.
Por lo que respecta al Sevilla de García Pimienta, todo o casi todo son dudas razonables desde el revés sufrido en Anfield ante el Liverpool. El último mal sabor de boca es el que siempre cuenta. El entrenador ha dejado dicho que lo suyo, más o menos, es el marxismo de Groucho Marx. O sea, que tiene sus principios, pero que si no nos gustan, tiene otros. Por eso ha argüido que quiere ese fútbol de toque y salida con balón controlado que tanto prodiga bajo su batuta, pero sin renunciar a la verticalidad.
La idea, pues, pasa por ser protagonistas del balón, pero llegando aprisa al área contraria. Morder arriba y, de añadido, morder abajo en defensa. O sea, un ‘totum revolutum’ o una papilla marxiana en cuanto a ciencia balompédica. Ni que decir tiene que hoy por hoy la estampa de la defensa sevillista provoca mucha seguridad. O sea, la seguridad de que es lábil y de poco fiar, con los consabidos agujeros negros, otro año más, de Nianzou y Marcao. Si Badé y Kike Salas se lesionasen, el coqueteo con las tinieblas estará asegurado.
Veremos, en fin, en qué queda todo en esta farsa del inicio de la Liga, donde los equipos están aún por hacerse en cuanto a fichajes, a lo que se une el hecho de que la lista de los inscritos sobre la bocina sea lo más parecido a la esquizofrenia del parquet bursátil de Shanghái. Por no hablar, claro está, de los nuevos criterios arbitrales cuyo único fin es añadir viscosidad a lo que ya de por sí casi nunca tenemos claro.
Por todo ello, los primeros partidos de liga son como los puntos de la basura (se disputan ¡doce puntos! hasta el alocado cierre de mercado a las 23.59 horas del 30 de agosto). Son los puntos de la basura, como digo, no porque no sean importantes, sino porque, en conjunto y dentro de toda la temporada, son los que más hieden al final del curso. Hasta la cuarta jornada –repito, doce puntos– veremos los partidos con una pinza en la nariz.