Un auténtico jeta
Paco Cepeda 04/07/2024 |
Rafa Mir, a sus amigos, a sus familiares, le contará, con parte de razón, que el Sevilla lo ha puteado. Podríamos utilizar otras palabras, seguro que sí, pero la que más se ajusta es esa. Rafa Mir ha sido mucho menos de lo que se esperaba y de lo que se pagó y cobra. Ha sido un fichaje fallido. Hasta ese punto, normal. Luego, también relativamente aceptable, aunque a su edad algo menos, es que dos o tres ventanas de mercado ha apurado para que el Valencia, el destino que parece querer, le baje los pantalones al Sevilla hasta los tobillos. Me está quedando muy gráfico todo esto, pero la ocasión lo requiere. Y eso, desde un punto de vista del Sevilla FC ya gusta mucho menos.
Rafa Mir, nos consta, al menos es lo que filtra la gente que lo ha visto entrenar en los últimos meses, directamente le ha tomado el pelo a los sucesivos entrenadores. Una actitud lamentable, cuenta, que incluso le colocaron por detrás de Mariano en la toma de decisiones. Rafa Mir no iba ya ni convocado.
Y ahora, en una nueva ventana, este señor Mir, muchos millones después, sin aportar casi nada, le perdona al Valencia parte de su salario, para cerrar la operación, y le dice al Sevilla, in extremis, que si al final hay venta tras esta cesión de pacotilla en la que el Sevilla pierde tanto con tal de quitarse de en medio a la rémora, repetimos, si hay venta, en cinco millones, un tercio de lo que costó, que quiere el diez por ciento. Es para comérselo, con papas, en amarillo.
El Sevilla, en estos momentos, no tiene fuerza alguna. Le pueden echar ese pulso y diez más, porque tiene la cara que tiene, de perdedor, de entregado, pero en otra situación, tras asumir al tremendo fracaso, este señor se pone a entrenar con una camiseta parecida a la del Sevilla, si puede ser de otro año y marca, en el campo más alejado posible de la primera plantilla. A dar vueltas. Y a cobrar, no hay más remedio, pero sin tocar un balón. Suena a pataleta porque lo es, pero en algún momento hay que valorar también la dignidad, porque cuando se pierde, recuperarla cuesta un mundo.