Sevilla FC, catástrofe a medida

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
31/05/2024

Ha llegado el indeseado calorín y, como todos los años, me dispongo a hibernar preceptivamente en algún fresco hueco o covachuela de esta web. Hasta las calendas de agosto, quien esto escribe se despide de sus improbables lectores. Resulta curioso cuando no raruno. Porque es justo ahora, con las calores del verano en ciernes, cuando la vida o su parecido evidencia lo que tiene de sentido circular y, en suma, de vuelta al bucle. Es ahora, como digo, cuando al menos uno consulta más que nunca los medios deportivos para conocer infantilmente qué se rumorea sobre fichajes. La edad no lo hace a uno más descreído en estas lides del gran bazar. Incluso parece que se agrava esta avidez insana o solo tonta por escuchar qué se dice o qué se cuece al respecto.

Ajeno al calendario gregoriano, el caso es que otro año más ha pasado (esta vez con hondo sinsabor) y es justo ahora, cual año que pasa también, cuando uno siente que se deja llevar por la misma fantasía nerviosa de siempre. O sea, todo lo referente al gran fosfón de rumores y hablillas sobre fichajes, cesiones y traspasos de jugadores. Ya se sabe que casi siempre se trafica con medias certezas, mentirijillas dignas de indulgencia y bulos descarados pero que en el fondo nos divierten en el desayuno. Transfermarkt o Fichajes.com, entre otros avisperos, alcanzan durante el verano su pico de consultas. Gargantas supuestamente profundas, conocedores de los entresijos de ciertos clubes, deslizan sin cesar presuntos intereses sobre tales o cuales jugadores y ejercen como de oscuros comisionistas en paralelo a agencias y representantes. Es como si el borboteo noticioso del verano se anticipara cada año más al propio verano. Y eso que sólo quedan horas para que se dispute la final de la Champions en el catedralicio estadio de Wembley (disculpen la digresión, pero el primer banderín que colgó en mi cuarto de niño asmático fue uno del Borussia Dortmund traído por un familiar muy madridista de la próspera República Federal Alemana de antaño).

Este año, el verano para el Sevilla FC se aviene como el más inhóspito secarral por cruzar. Todos los desiertos (del de Atacama al evangélico desierto de Judea donde los 40 días de Jesús) se le aparecen a este Sevilla condenado a su nadir. Al fondo no se otea el oasis, sino el abismo, con su perfil de cresta caída a pico. Hay como cero ilusión por ahormar no se sabe qué fórmula de equipo y con qué hechuras. Con su parte no exenta de injusticia, el caso es que Pepe Castro (rotura de ligamento cruzado anterior), Del Nido júnior (rotura del ligamento colateral interno) y Víctor Orta (rotura del menisco interno de la rodilla) son vistos, en efecto, como la metáfora personificada de la temible triada, la peor lesión posible en el fútbol. Gran parte del sevillismo vive su más larga hora de perplejidad malhumorada, entre la cuota de razón y el desdén insoportable del niño infantilmente insatisfecho

El tal García Pimienta (de patronímico poco afortunado) despierta atonía cuando no abierto descontento. Ha fomentado además el vicio de los ludópatas que se creían curados (ya hay quien apuesta sobre qué día será religiosamente despedido, si por los Ángeles Custodios de octubre o poco más tarde hacia la Hispanidad o Todos los Santos). Dicen que el casi seguro entrenador del Sevilla apuesta innegociablemente por el fútbol de toque florido. O sea, marca La Masía (a muchos nos suena ya a marca de fuet). Quizá su concepto de fútbol elaborado incluya algún que otro fluido moderno vía algoritmo. Y todo cuando el común mortal del pueblo de Nervión parece decantarse por un fútbol más a las bravas, más resolutivo, con empellones de raza y carreras galopantes con nombre de Isaac Romero (lo que no excluye el gusto por el chispazo técnico y la clase atribuida a los pagos del sur).

En cuanto a imagen pública y lucha accionarial, la deconstrucción continuará. El club, como corresponde en el occidente de libre mercado, vivirá no obstante bajo el peso aplastante de sus siglas como Sociedad Anónima Deportiva que es. Creía uno que el Sevilla no iba a llegar a ser un émulo del crispado Valencia CF, pero el club ha sobrepasado ya algún que otro capítulo del llamado ‘valencianismo’ (icono del descontento crónico por todo en Mestalla).

Quienes han dejado ya el timón de la galera (Quique, Mendilibar), advierten que el de Nervión es un club complicado y que no han vivido casi nada parecido al humus que hoy por hoy exhala la entidad. El presupuesto para la temporada se rige por una austeridad rayana en el austericidio de merckeliana evocación. No estaría mal la muerte inducida por la propia mano. De hecho es lo que sugieren quienes dicen que el Sevilla FC debiera o desaparecer o refundarse o renacer de la tiniebla tras una eutanasia paradójicamente salvífica y redentora (léase en esta misma web la crónica 'Eutanasia sevillista' de Lucas Haurie). Salvo imprevisto giro (fútbol es fútbol), todo lo relativo al Sevilla FC de la próxima temporada apunta a una catástrofe diseñada a medida. Aún así, pese a todo, estará uno atento a los fichajes más catastróficos que puedan llegar. Al menos que todo vaya en consonancia hacia el abismo.



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