2-0: Coleccionista de tristezas
Lucas Haurie 19/05/2024 |
La tercera derrota consecutiva de este Sevilla más en liquidación por derribo que en chanclas se sustanció en San Mamés, donde pareció haberse firmado uno de esos pactos decimonónicos para que la tarde transcurriera sin atisbo de tongo, que eso está muy feo, pero también sin sangre. Bajo la persistente lluvia norteña, ganó el Athletic porque era lo que estaba mandado y deshojó su (educado) huésped un poco más el calendario hacia ese final de temporada soñado durante el invierno como el inicio del futuro y temido hoy como el borde del abismo. Porque tiene toda la pinta de que lo peor, parafraseando al otro, está por llegar. Ya quisiera uno equivocarse por enésima vez, amigos.
Decidió el Sevilla ser amable hasta el final. Entre otras cosas, porque tampoco tiene hoy fútbol ni fuerza ni ganas ni motivación para aguar la despedida de dos leyendas. Versallesco, el trío de centrales pegó una cabezadita de un par de minutos cuando apenas se había superado el cuarto de hora para permitir los goles de Raúl García e Iker Muniain, que jugaban su último encuentro oficial en San Mamés. Para asistir al primero, incurrió De Marcos por la derecha y estuvo demasiado contemplativo Badé en la marca; en el segundo, le ganó la espalda Nico Williams a Navas y sacó un centro trufado de clase con el exterior que remató su veterano compañero a bocajarro. Una falta de tensión dolorosa, nada nuevo.
La doble desventaja podría llevar a pensar que aquello era un baño, pero no. Era simplemente la diferencia entre un buen equipo jugando al trantrán y once futbolistas sin el menor interés por ganar. Lukebakio, que siempre intenta cosas porque juega un partido distinto al que disputan los otros veintiún contendientes, puso a prueba a Julen Agirrezabala con un zurdazo desde fuera del área y Navas selló su semana protagónica echándose la mano al muslo para que Quique Flores lo sustituyese al borde del descanso, a tiempo para que la grada le deparase una atronadora, señorial, ovación. Alguien tendrá que explicarme la cara de póquer del presidente y el vicepresidente del Sevilla mientras la afición del Athletic homenajeaba con cariño a “la mayor leyenda de la historia” del club.
Pedrosa y Agoumé, dos de esos voluntariosos chicos que dentro de un lustro nadie se acordará de que jugaron en el Sevilla, tuvieron oportunidades claras en una segunda parte de guante, en la que ambos contendientes atacaban sin saña frente a zagas nada entusiastas y Ernesto Valverde se entretenía en sacar a sus dos prejubilados para que recibieran el merecido tributo de su gente. Quique Flores también pasó revista a las apuestas de la dirección deportiva con los minutos (menos de diez) que concedió a Hannibal y Mariano y los segundos (unos cuarenta, siendo generoso) que utilizó a Véliz. Ninguno de los tres ha enamorado al sevillismo, eso sí es una certeza en un club zozobrante en medio de una tempestad de incertidumbre.
Ficha técnica:
Athletic Club de Bilbao (2): Agirrezabala; De Marcos, Yeray, Vivian, Yuri; Ruiz de Galarreta (Ander Herrera, minuto 75), Prados; Iñali Williams (Olabarrieta, minuto 90), Muniain (Jauregízar, minuto 63), Nico Williams (Berenguer, minuto 75); y Raúl García (Villalibre, minuto 83).
Sevilla FC (2): Nyland; Jesús Navas (Juanlu, minuto 44), Badé, Sergio Ramos, Kike Salas, Acuña (Pedrosa, minuto 46); Manu Bueno (Mejbri, minuto 84), Agoumé; Ocampos, Lukebakio (Mariano, minuto 84) y En-Nesyri (Véliz, minuto 92).
Goles: 1-0, minuto 17: Raúl García. 2-0, minuto 19: Muniain.
Árbitro: Pulido Santana, canario. Amarillas para Ruiz de Galarreta y Kike Salas.