Una de cromos: Hércules, Castellón, Ipswich Town y Parma

O tempora o goles

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
13/05/2024

Aún no han acabado las ligas europeas. Pero estamos asistiendo ya a ascensos de equipos históricos que nos devuelven al eterno bucle de siempre: el fútbol, el tiempo ido, la magdalena de Proust. En fin, estas cosas. El Deportivo de La Coruña ha retornado a Segunda División y, en gran parte, asciende también desde el fondo abisal de la Costa da Morte. Es un equipo de los llamados amables, que concita simpatías, incluso para quienes, como servidor, somos un punto misántropos y mostramos algún que otro reparo ante ciertos consensos del pueblo.

Riazor vuelve a sonreír. Pero yo he sentido mucho más en la intimidad los ascensos de dos equipos levantinos que me devuelven al tiempo de las narraciones por la radio de Sánchez Araújo. El Hércules ha ascendido Primera RFEF, antesala de Segunda, y con él el nombre de un estadio en el que jamás he estado pero que siempre ha formado parte de la más elemental educación sentimental: el Rico Pérez de Alicante. De igual modo, siempre me agradó tener noticias del histórico Castellón y de aquel estadio de resonancias igualmente históricas: Castalia. El periodista y escritor Enrique Ballester suele escribir sus divertidas columnas sobre fútbol aunando en cada pieza la vida en familia junto a sus hijos y el seguimiento entre hipnótico y aburrido de su Castellón. Seguro que habrá adivinado alguna que otra relación umbilical entre el ascenso del Castellón y la Ascensión del Señor, ambos hechos milagrosos y ocurridos en este mismo mes de mayo. Son dos formas de entender una religión.

En Europa hay dos equipos que también me han zambullido de lleno en el tiempo perdido. En Inglaterra, 22 años después, el Ipswich Town ha regresado a la Premier League tras dejar de forma consecutiva la terciaria League One y la secundaria Championship. Si les soy sincero, no soy capaz de evocar ni un solo partido concreto del Ipswich Town. Pero, siendo igualmente sincero, les diré que el nombre de este equipo del este de Inglaterra siempre formó parte para mí del glosario del fútbol inglés (como el Nottingham Forest o, cómo no, el muy sonoro Sheffield Wednesday, más que el vecino y rival Sheffield United).

Para muchos de mi quinta cincuentona, Parmalat fue la empresa que durante años patrocinó la atención debida al fútbol italiano de los 90. El Parma, antiguo FC Verdi en honor a su más ilustre hijo de la Reggio-Emilia, ha ascendido a la Serie A. Ahora se llama Parma Calcio 1913, pero siempre será para mí el Parma de la Parmalat (sin olvido de la otra gran empresa del lugar, Barilla). Siempre recordaré al equipo amarillo y azul marino con esa banda de la marca láctea sobre el pecho. Confieso que alguna vez compré un tetrabrik de leche Parmalat por puro esnobismo. En el fútbol, como en la Fórmula 1, el nombre del entente lácteo se convirtió en una especie de serigrafía del recuerdo. Parmalat acabó arruinada tras haber invertido muy torpemente en sectores financieros. Perdí entonces la pista al histórico y noventero Parma, mientras el club era gestionado sucesivamente por conglomerados buitres de nacionalidad chipriota, eslovena, norteamericana y china. Lo que son las cosas. El azar también celebra su efeméride. Acaban de cumplirse justo ahora 25 años de la Copa de la UEFA que el Parma ganó ante el Olympique de Lyon en el estadio Luzhniki de Moscú. La prensa deportiva de antaño dijo que había ganado "a la parmesana" (esto es, con solvencia pero sin brillo). Fue aquel Parma de la inolvidable marca Parmalat sobre el pecho, el de los Hernán Crespo, Sensini, Cannavaro, Chiesa, Buffon y, cómo olvidarlo, la gran ‘Brujita’ Verón. Ha vuelto, pues, a la Serie A un club que atesoró en poco tiempo -cojan aire por favor- dos Copas y una Supercopa de Italia, una Recopa de Europa, dos Copas de la UEFA y una Supercopa europea.

Aquel equipo lácteo y poderoso parecía que no iba a agriarse ni a caducar nunca. Pero ocurrió lo que ocurrió después, bien entrado ya el siglo XXI. Curiosamente, antes de la descomposición, el Parma eliminó en octavos de la Europa League al Sevilla FC en la temporada 2004-2005. Quién iba a decir poco después que el victorioso iniciaba su ruina y el perdedor dejaría atrás su malditismo ramplón y alumbraría años y años de éxitos insospechados.



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