Las dos horas en 'solitario' de Rafa Mir en el Sánchez-Pizjuán sin que le cogieran el teléfono en Valencia
Paco Cepeda 02/02/2024 |
Rafa Mir ha protagonizado un final de mercado del Sevilla surrealista. Mucho antes de la medianoche, los dirigentes del Sevilla FC, encabezados por José María del Nido Carrasco y Víctor Orta, salían del estadio del Sevilla porque ya las operaciones de mercado posibles se habían hecho y las otras se volvieron imposibles. Pero Rafa Mir no se lo podía creer y pidió quedarse en una sala, con su padre, que ahora le asesora, y con un par de teléfonos.
Los periodistas, sabiendo que su coche permanecía aparcado en el estadio, aguardaron, hasta que ya el mercado estaba cerrado oficialmente. Entonces se rindió el futblista, que sabe lo que le espera, que llamó mil veces a Rubén Baraja, el entrenador del Valencia, el único interesado en su contratación, pero no sirvió de nada.
Aunque depende de Quique Sánchez Flores, al menos por ahora, va a ser difícil que el jugador se vuelva a poner la camiseta del Sevilla, porque en el club de Nervión entienden que el jugador los ha llevado a una situación de manos atadas que el Valencia ha aprovechado para escaparse.
Según la versión del Sevilla, el Valencia aceptó cuatro veces un acuerdo, cada vez diferente, y una y otra vez cambiaban los términos del mismo, entendiendo que los representantes de la propiedad valencianista no estaban por cerrar el trato. Otra cosa es su entrenador, Baraja. Mir, ya de forma infructuosa, quiso aportar para el acuerdo definitivo, pero no pudo. Así que más allá de las doce, desolado, y sabiendo que le esperan uno meses más duros todavía que los pasados, se fue a su casa con un futuro incierto.
El Sevilla no le recrimina al jugador el día de hoy, porque sí que había puesto de su parte, pero entiende como una maniobra absolutamente premeditada el rechazar ofertas, la mejor del Stuttgart, y presentarse con un Valencia que se reía del Sevilla queriendo llevarse al jugador pagando un porcentaje ínfimo de su sueldo, y además nada de amortización y asegurándose una cláusula de compra baja por si sonaba la flauta.