Los americanos y la mierda
Antonio Félix 08/12/2023 |
Buen momento para acudir a la Constitución. Artículo 25.2: "Las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social". Podríamos decir que don José María del Nido Benavente es un ejemplo del fracaso de tal propósito. En vez de reeducarle, su paso por la cárcel le ha infraeducado hasta unos extremos diabólicos. Del Nido se comporta hoy en día como un salvaje. Y lejos de ocultarlo, ha hecho bandera de esa exagerada perturbación para conquistar de nuevo, a sangre y fuego, el sillón presidencial del Sevilla. Cueste lo que cueste. Caiga quien caiga. Incluso su hijo mayor, ya saben, el mierda.
Para los que somos padres, resulta particularmente difícil, casi imposible, entender que alguien diga algo así de su hijo. Apenas una razón se nos ocurre: la locura. Sólo un rapto enfermizo puede explicar que se reaccione de tal forma sólo porque, después de mucho tiempo de mordaza, Del Nido júnior amenazó con explicar algunas cositas. El modo en que su padre le pidió repartirse el salario bajo su mando y, sobre todo, la roncha de 3 millones con Hacienda que le había dejado tras el cambio de titularidad de las acciones con motivo de su entrada en la cárcel, tal vez buscando protegerse ante un posible embargo por parte de la Justicia (ajá, señores de Hacienda, fiscales, spoiler: ¿no tiene tufo eso a alzamiento de bienes?). ¿Suficiente para llamar a tu hijo mierda? Al parecer.
La gravedad de tal episodio se incrementa por no ser precisamente excepcional. Al contrario, supone el colofón a la estrategia de tierra quemada que desarrolla Del Nido Benavente, en la que ningún títere queda con cabeza a su paso. El campo es un fregadero, el presidente es Fidel Castro (no deja de tener gracia que él compare a otros con dictadores, de izquierda, eso sí) y don Roberto Alés fue una rémora más antes de que él, y sólo él, apareciera de la nada para salvar al Sevilla (pronto nos descubrirá que era quien susurraba a Monchi los fichajes). Cualquier partidario de los actuales dirigentes es un enemigo a extinguir. Nadie está a salvo de su fuego. Particularmente patético, y grave, resultó su ataque a alguna señorita que, en la Junta, decidió mostrarle apoyo a su hijo. Al segundo ya todos sabíamos hasta la dirección donde trabajaba. Por si alguien quería llevarle flores.
La guerra sucia (grotescamente delicioso ver también a los antiguos abogados de Lopera dando lecciones a los sevillistas en su asamblea) no deja a nadie a salvo de Del Nido. Todos deberían, deberíamos, preocuparnos de un personaje que ha perdido la medida, que se encuentra absolutamente fuera de control. Pero hay alguien en especial. Sus socios: los famosos a la par que discretísimos y fariseos ‘americanos’ que tienen la llave del control del club. Probablemente es un buen momento para que se replanteen su inversión. Que piensen en el riesgo reputacional que contraen toreando en una plaza de tanto alboroto. Incluso en la pervivencia, llegado el caso, yendo de la mano de quien mecía la cuna. Si este señor es capaz de llamar a su hijo (e inminente presidente del Sevilla Fútbol Club) mierda, ¿a qué no se atreverá con ellos?