El Sevilla, en su propia y grave teoría del caos: ¿autodestrucción?
Alejandro Delmás 09/10/2023 |
No es éste el sitio -ni el momento- de ponerse a detallar la 'teoría del caos' ('movimiento oscilante', 'caos determinista'... etc.) pero sí cabe señalar a un fatal 'péndulo doble' que resulta singularmente grave -por lo caótico de la situación que se puede desencadenar- cuando afecta, como es el caso, a la trayectoria del Sevilla Fútbol Club; que ahora se dispone a preparar más o menos como puede la visita a Nervión del... Real Madrid.
Desde 1971-72, pelín más de 50 años, el Sevilla ha vivido etapas triunfales y no tanto, más o menos estables o desequilibradas. Pero, a partir de esa campaña 71-72 -inclusive, naturalmente-, el club que Ramón Sánchez-Pizjuán redimensionó tras la posguerra (con todo el legado personal y material del gran presidente de to-dos los sevillistas)... sólo ha vivido tres descensos a Segunda División. Fueron en la misma temporada 1971-72, la 1996-97 y 1999-2000, esta última en compañía del Real Betis Balompié, por segunda -y hasta hoy- última vez en la historia.
Con independencia de que pudieran existir -y existieron- temporadas y situaciones de frenéticos, calambres, chispazos, desequilibrios e inestabilidad de las que la sociedad de Nervión supo recuperarse, como las penurias económicas de los años 80, el descenso administrativo de 1995 o los acontecimientos extradeportivos que marcaron la despedida presidencial de José María del Nido Benavente, en diciembre de 2013... los hechos objetivos marcan que el Sevilla sólo se ha despeñado deportivamente cuando la entidad, en cuanto que tal, entró en combustión, generando una espiral de autodestrucción en la que, definitivamente, ya nada podía -¿puede?- salirle bien.
Los sevillistas, viejos y decanos, que recuerden los sucesos de 1972, 1997 y 2000 -e incluso más allá, 1968-, en plenas agonías de las presidencias de José Ramón Cisneros, José María González de Caldas, Francisco Escobar y Rafael Carrión (desde 1972, los descensos firmaron el destierro presidencial de cada uno de ellos) sabrán comprender algo de lo que aquí se escribe.
Si quien dirija al Sevilla es capaz de tranquilizar el volcán o caldera de pasiones que late bajo la grada, las bambalinas -y la tesorería- de Nervión, la institución sevillista puede navegar felizmente hacia los objetivos que su historial demanda, como lograron Eugenio Montes Cabeza, el propio Cisneros en sus mejores días, Luis Cuervas Vilches y, naturalmente, los hoy 'enemigos íntimos' José María del Nido y José Castro.
Pero, si el asunto se va de las manos y ciertos, familiares demonios escapan de la redoma, el Sevilla puede convulsionar, moverse alocadamente en 'péndulo doble' -o triple, o al cubo- y materializar su propia 'teoría del caos', algo que le puede llevar a los peores desastres. Se dirá que eso es algo que le pasa a cualquiera. Y es cierto, pero, aunque parezca de Perogrullo, el Sevilla sólo se despeña... cuando pierde pie del todo. Sin embargo, 'otros' están más acostumbrados a vivir en permanentes 'pelotas de partido', crisis explosivas o situaciones agónicas; y para despejar fantasmas, el club en el que el firmante más piensa en estos momentos de teclear se llama F. C. Barcelona. También podría llamarse 'Club Atlético de Madrid'. Cabría seguir agregando comillas.
CAOS INSTITUCIONAL Y DEPORTIVO.- El problema, el caos del Sevilla, es igual... a la agrupación de un número de problemas que, acumulados, pueden montar un absoluto 'caos determinista', quizá irreversible. Enumeraremos.
1) Casi completo caos institucional, entre circunstancias casi inasumibles por y para el Consejo de Administración que, por el bloqueo del máximo accionista -esto es, José María del Nido Benavente- navega sin poder aprobar las cuentas ni tomar casi una sola decisión vital de grandísimo calado (dejando a un lado las estrictamente deportivas) ... más allá de su propia permanencia al mando, mantenida por el hilo de un pacto padre-hijo (Del Nido/Del Nido Jr.) que resiste bajo todo un cerco judicial.
2) La convulsión o sacudida institucional, que ya se extiende durante varios años (¿desde 2017...?) acaba afectando, casi inexorablemente, al gobierno de la situación deportiva. Mientras se gana, casi todo es soportable. Y esencialmente... el factor económico y financiero. Cuando se deja de hacerlo, los demonios a los que antes aludíamos escapan de sus redomas y agitan la tribunas de Nervión. Agitan, especialmente, una división pasional, cuyos gérmenes -el de la pasión y el de la división- son difíciles de reconocer y extirpar. Están muy arraigados.
3) La ya doble sacudida se deja sentir -inevitablemente- en la irregularidad y desconcierto del proyecto deportivo, que enfila su cuarto entrenador-jefe en muy poco más de un año (la primera despedida en este último miniciclo de fagocitación o flagelación fue la de Julen Lopetegui, octubre de 2022; después, Sampaoli y Mendilibar)... sin contar el arrancamiento de la piedra angular que el mundo, el demonio y el Aston Villa conocen como Ramón Rodríguez Verdejo, 'Monchi'. Resulta difícil elaborar y consolidar alguna cosa en el fragor de un constante seísmo interno como éste viene siendo.
Así, la tensa inestabilidad se transmite al vestuario como con mecha de pólvora o reguero de gasolina, y ahí tenemos las escenas de enfrentamiento con los técnicos que han protagonizado Acuña -en su momento, con el 'El Papel' y Sampaoli- o, este último sábado, ante el Rayo... Fernando Reges, negando al técnico, Mendilibar. Este, Mendilibar, es un técnico despedido ¡¡muy poco más de cuatro meses después de conquistar la Europa League, sorprendiendo a medio mundo y guiando a la sociedad hasta una milagrera, salvífica clasificación Champions'...!!
y 4) Cuando Lopetegui salió, tras ocho partidos disputados en 2022/23 (recién transferidas dos piezas tan esenciales como los defensas centrales Diego Carlos y Koundé), el Sevilla se hallaba 18º, en posición de descenso (seis puntos, 8-14 en goles favor/contra, empatado con el 17º, Espanyol), un partido ganado, tres empates y cuatro derrotas, ya KO en Champions, pero con las opciones abiertas de cara a la Europa League.
Tras ocho encuentros ligueros de 2023/24, Mendilibar se va con ocho puntos -dos por arriba del descenso, ante equipos ya con nueve partidos jugados-, dos partidos ganados, dos empatados y cuatro perdidos. Y el Sevilla no está fuera de la 'Champions League'; ni muchísimo menos.
El favor-contra es hoy 13-12 (incide, naturalmente, el 5-1 al colista Almería)... y eso, sin la 'protección' que ofrecía el traspasado Yassine Bono, además de un año más en la hoja de jugadores tan importantes como Navas (cumple 38 el próximo 21 de noviembre), Fernando (36), Rakitic (35), Gudelj (cumple 32 el próximo 13 de noviembre, recién renovado por tres temporadas), Acuña (32 años antes de fin de mes), Lamela (31)... Sergio Ramos llegó con 37 y con 37 sigue. Al menos, hasta el 30 de marzo de 2024.
Pero, todo con todo y con todos, el actual Sevilla necesita una evidente renovación de efectivos, un ajuste... que no se ha dado, al menos en lo que cabría demandar. El primer equipo registra edad media de 28 años exactos, justo como Osasuna. Sólo cuatro planteles de la máxima categoría de LaLiga resultan más añosos, aunque por no mucho: Villarreal (28,7), Cádiz (28,6), Rayo (28,5) y Atlético de Madrid: 28,46. Por si vale como 'info', el Betis llega casi inmediatamente detrás (27,8), con el solo escalón del Mallorca (27,9) entre la edad-promedio de sevillistas y béticos.
Es todo, cuando lo próximo y más inminente... será, a las 18:30 horas del sábado 21, la aparición del líder, el Real Madrid de 'Hey Jude' Bellingham (al que ilustres plumas ya comparan con Alfredo Di Stéfano; sólo por edad, podrían ser algo más prudentes)... por la salida del túnel del vestuario 'visitante' del Estadio 'Ramón Sánchez-Pizjuán'.
El líder, el Real Madrid, hará sangre en Nervión... o no la hará. Pero si se desatara una hemorragia explosiva en Nervión, en la tarde del sábado 21, la culpa no sería de los hombres de Carletto Ancelotti. Ellos, Bellingham y el resto de la tropa de Florentino, no son los que han puesto a funcionar el ventilador del caos allá por la Avenida de Eduardo Dato, en pleno corazón de Nervión. Ojo con los demonios.