¿Ciclo acabado? ¡Bucle glorioso!
Lucas Haurie 13/01/2025 |
La peor primera vuelta del Manuel Pellegrini cuando va camino de cumplir un quinquenio en el Betis ha encendido un debate que ya se mantenía con sordina desde el tramo final de la campaña pasada. ¿Se vislumbra el fin de ciclo del chileno en Heliópolis? Por respeto a su formación de ingeniero, que comparte además con el presidente Haro, no vamos a soltar aquí una chapa inspirada en Wikipedia sobre la fatiga de materiales, pero hasta el más firme de sus partidarios (yo mismo, sin ir más lejos) deberá reconocer que algún mecanismo rechina desde hace tiempo y que la máquina parece más cercana a griparse que a ponerse a carburar.
No es cosa de los 25 escuálidos puntos que lamenta el Betis a mitad del camino porque, con un poquito de acierto en el remate, alguno más debería atesorar: el mal es más profundo como para despacharlo con esotéricas alusiones a la puntería y entronca con la necesidad casi obsesiva del club de vender todo lo vendible -a su portero titular por menos de cinco millones, por ejemplo, y sin intención de recambiarlo-, lo que va debilitando al plantel aunque pervivan en su seno dos cracks como Lo Celso e Isco. Sin embargo, y precisamente porque sólo las estrellas pueden iluminar con brillo enceguecedor, Pellegrini sí puede practicar la alquimia de convertir el latón de la Liga en oro en los torneos cortos.
Ya habrá tiempo de referirse a la Conference, pequeña obsesión (casi) solitaria del firmante, de aquí a la ida de Gante porque a mitad de semana se dirime un octavo de final de Copa no apto para débiles de espíritu. Es evidente que el bombo no fue benévolo con el Betis, todo lo contrario, pero los sorteos no se celebran ni se lamentan y al Ingeniero, según alguna pista que va dejando, se le ha retorcido el colmillo con esta eliminatoria. ¿Cómo, si no es en clave copera, se explican las suplencias de Bartra, Perraud y Vitor Roque en Valladolid o el cambio prematuro de Lo Celso?
Jugarse un torneo a partido único en el campo del Barça no es ningún caramelo, evidentemente, pero sin cometer el desafuero de decir (ni siquiera de insinuar) que el Betis es favorito, sí conviene acopiar esperanzas, que son la mar de alimenticias. Con lo seguro que Pellegrini afirma, en cada turno europeo, que "jugar el jueves penaliza el domingo" ... ¿no es una ventaja enfrentarse el miércoles a un rival que el domingo por la noche competía en Arabia Saudí, nada menos que en una final contra el Real Madrid y con una oscilación térmica de treinta grados? En esta primera vuelta, además, los béticos han jugado de forma más que honorable contra los tres grandes y, ¡pásmense!, el cara a cara copero entre ambos contendientes está empatado en cuatro eliminatorias superadas por cada uno y desequilibrado a favor de los blaugranas sólo por aquella mítica final de 1997, decantada en la prórroga por Luis Figo.
De aquí a que ruede el balón en Montjuic, el hincha bético tiene dos opciones: lamentar su perra suerte o soñar con sorprender al ogro en su guarida. A Pellegrini, aunque siempre tiene la misma expresión de venir de vuelta de todo, el sorteo lo ha puesto como una moto. Ya veremos el miércoles por la noche si su ciclo está acabado o si le pone, otra vez, la proa a la gloria.