Haro forever
Antonio Félix 25/12/2024 |
En febrero de 2016 Angel Haro y José Miguel López-Catalán tomaron la presidencia del Betis. Aseguraron que de ninguna manera pretendían perpetuarse y juraron como primer mandamiento proteger 'el Betis de los béticos'. Hace unos meses, cuando esas dos mentiras resultaban ya evidentes, aclararon que no albergaban intención alguna de vender el club y que, por el contrario, soñaban con transmitir esas acciones a sus hijos. Es difícil, dados los antecedentes, confiar en la palabra de estos señores pero, llegados a este punto, más le vale a los béticos que, esta vez, no falten a ella.
Por más que se esfuercen los podridos bardos del poder (lo eran del de ayer como lo son del de ahora), es imposible justificar que un club de muchos sea peor que un club de dos. De igual forma que cabría pensar que un club de dos béticos sería mejor que con ninguno. Al respecto, solamente hace falta echar un vistazo alrededor. En España, al menos, la única clase media que luce lo hace bajo el mando de gente de la tierra, que siente, con más o menos intensidad, pero siente lo que le ocurre al que ahora es su club y antes lo fue de sus padres. Los equipos vascos, el Villarreal, Osasuna, Celta... Cuando esos equipos caen en manos de empresarios ajenos, sean de mayor o menor magnitud, la catástrofe parece asegurada. Ahí está el Valencia, el Málaga, el Espanyol, Valladolid... Entiendo que el análisis pueda parecer reduccionista, simple, tal vez incluso con tintes xenófobos. Pero los hechos son los que son, y es difícil contestarlos.
Así que, consumado el oprobio de apropiarse del Betis, tal vez lo mejor que le pueda pasar al club es mantener por muchos años a Haro y Catalán, dos béticos (dicho esto con todas las cautelas) al fin y al cabo. Y que todo lo que está ocurriendo, un saneamiento a marchas forzadas de las finanzas (a costa de perder calidad en la plantilla) junto a una renovación extemporánea de las infraestructuras, sólo sea una impresión equivocada de quien crea que es preparar el caramelito para forrarse y salir pitando en cuanto vengan medio mal dadas.