Mladá Boleslav, equipo para cafeteros
Javier González-Cotta 25/11/2024 |
De entre los 36 equipos que componen la multiétnica bolsa de la Conference League, los muy cafeteros muestran especial debilidad, entre otros, por el Mladá Boleslav, el equipo checo de la ciudad homónima de Bohemia. Hay quien preferirá al Petrocub moldavo (entrañable colista de la Conference), o al Noah armenio, o al escocés Heart of Midlothian, o al serbobosnio Borac Banja Luka. Sea como sea, preferencias aparte, el opacado Betis de la Conference se enfrenta ahora a este desconocidísimo FK Mladá Boleslav. Dicho en modo vulgar, el club heliopolitano no va precisamente en moto en la tercera competición europea (ocupa el puesto 18). Igual que tampoco va en moto el equipo checo ni por supuesto en coche marca Skoda (la fábrica que da su nombradía a la ciudad).
En la liga de su país (la Chance Liga por motivos de patrocinio), el Mladá Boleslav ocupa su espacio de cobijo en la mediocridad de la media tabla. No se le conocen grandes gestas deportivas. Ni siquiera cuando la primera división checa recibía años atrás el fantástico nombre de la Gambrinus Liga, el ensueño de todo hincha cervecero en tiempos difíciles para el heteropatriarcado. Toda la vida y obra del fútbol checo la ocupan el duelo capitalino –a menudo fratricida– que a orillas del Moldava disputan Slavia y Sparta de Praga. Todo lo más, las migajas que ambos dejan las recogen el también conocido Victoria Plzen (campeón de liga hace dos años) y el ocasional Slovan Liberec (campeón muy de cuando en cuando por puro estropicio de los grandes).
Del bohemio Mladá Boleslav, uno ha de fijarse con amor y ternura en el mediocentro Marek Matejovsky, de 42 años. No por sus balompédicas virtudes (quizá las atesoró en sus años de mocedad), sino porque su actual valor de mercado ronda los 25.000 euros. Nada que ver su olvidable nombre con el destello de los grandes futbolistas checos que tanto nos han acompañado antes y después de que la vieja Checoslovaquia se demediara pacíficamente en dos entre la República Checa y Eslovaquia tras el "Divorcio de Terciopelo". Cómo no evocar sentimentalmente los nombres de Poborsky, Suchopárek, Rosicky o el gran Pavel Nevdev. Decir Petr Cech es recordar también el cancerbero del eterno casco acolchado al que lo obligó a jugar una terrible lesión de cráneo. Y decir Koller es volver con nostalgia a la vieja estampa del delantero tanque que se estilaba en los años más añejos.
Obviamente, hoy como ayer, todo tributo en el fútbol checo sigue remitiendo al altar de Antonín Panenka, el autor del penalti más memorable de la historia del fútbol (final de la Eurocopa de 1976 en Belgrado). Su celebérrimo gol en la tanda fatídica frente a Alemania Federal llevó al título a la Checoslovaquia aquella del Telón de Acero. 'Tempus fugit'. Por patatera asociación, alguien podría confundir el nombre de Antonín Panenka con el de otro grande, Antolín, pero Antolín Ortega, el añorado leñero del Betis y que también forma, como el penalti de Panenka, de toda educación sentimental que se precie. Larga vida a ambos.