La obligación de llegar a los 13 puntos

Lucas Haurie 24/10/2024

El nuevo formato de las competiciones europeas impide calibrar el alcance de la avería que se ha infligido el Betis en el arranque de la Conference League, su gran objetivo del año. La clasificación no debe ponerse en entredicho pero 13 puntos, en el entendido de que las cuatro últimas jornadas deben contarse por victorias, no parecen suficientes para terminar entre los ocho primeros y, por ende, ahorrarse un dieciseisavo de final. En febrero, con menos bajas y la plantilla retocada en el mercado invernal, tampoco molestarán tanto dos partidos adicionales. Pero lo importante, tras los gatillazos de las dos primeras jornadas, es cambiar la mirada sobre el torneo.

Manuel Pellegrini reiteró en la víspera de recibir al Copenhague que su prioridad es la Liga. Igual que en Varsovia, la Conference castigó este desprecio con un nuevo tropiezo y, peor todavía, otra noche de sofocón para el aficionado que acudió en masa al Benito Villamarín. De aquí a diciembre, se impone una revisión de las prioridades porque ya no cabe otro jueves de despiste. La fría resignación del técnico chileno ante lo que él considera que es una orden ineluctable de la Divina Providencia –insiste en que el Betis no es capaz de ser competitivo en Europa– terminará por ajar la hermosa imagen que los béticos se han construido del Ingeniero. Aunque tiene margen de sobra para enmendarse en el torneo, esto empieza a resultar cansino.

La noche dejó también un inquietante punto de interrogación sobre la capacidad de la plantilla para sobrevivir a las (importantes) ausencias de sus futbolistas más creativos. La pareja de pivotes genera muy poco e incluso los centrocampistas daneses, que no eran unos virtuosos, le discutieron la posesión y las acometidas voluntariosas del trío de delanteros que se turnan en el 4-4-2 que implementa Pellegrini son escaso bagaje; por no hablar de futbolistas por completo desconectados como Bellerín, infame en la jugada del penalti, Juanmi o Assane. Pinta rara la temporada y son demasiadas decepciones en Europa como para no admitir que el problema es de envergadura.