El FC Copenhague y el país de los felices
Javier González-Cotta 21/10/2024 |
Si pienso en la nieve que pronto caerá sobre la Conference la asociaré por deformación a los paisajes de la última Thule de Borges, allí donde la fantasía de las sagas nórdicas. La saga del frío de la Conference la componen este año el Djurgarden de Estocolmo, el Molde noruego, el Víkingur islandés (dígase en realidad Knattspyrnufelagio Víkingir de Reikiavik), el HJK Helsinki y el FC Copenhague (ambos rivales del Betis en esta liguilla otoño-invierno de la Conference).
Llega, pues, este jueves a Heliópolis el Copenhague, equipo de los escandinavos al que uno asocia ya en los últimos años a las lides de la Champions (en la pasada edición llegó a octavos). Es el club con más entorchados y trofeos en el fútbol danés. Aquí jugaron, entre otros daneses postineros, un tal Christian Poulsen (el sevillismo aún lo recuerda con cariño como la ‘Nancy mecánica’), Delaney (anodino ex también del Sevilla FC) y Bendtner (aquel delantero otrora cotizadísimo, pero que cayó en los abismos de la malandanza).
Si hacen los deberes –les ahorro el trabajo– comprobarán que en la Superliga danesa el Copenhague ocupa ahora el primer puesto. Le sigue el Mydtjylland, club de la región de Jutlandia y de impronunciable nombre, pero que se ha ido ganando su incipiente hueco en el fútbol europeo. No sabía uno que el Copenhague no dirime su gran rivalidad con el citado Mydtjylland, sino con el Brondy, el equipo periférico de la capital danesa y cuyos derbis con el primer club capitalino se conoce en los ambientes como “la batalla de Copenhague” (el Brondby ocupa el sexto lugar en la Superliga entre doce equipos).
En el partido inaugural de la Conference disputado en el Telia Parken (aquí juega la selección de Dinamarca sus partidos), el Copenhague fue abucheado por los suyos tras perder humillantemente contra el desconocidísimo equipo polaco del Jagiellonia Byalistok. Uno se pregunta por ello si el Copenhague ha dejado de ser un equipo feliz. Albergo esta duda al saber que Dinamarca, según las estadísticas, es hoy por hoy el país de la felicidad (por delante de Suecia y Suiza). De ahí su filosofía vital, conocida como ‘hygge’, que en el castellano de todo cristiano viejo carece de traducción literal. Un danés te explicará lo que es el ‘hygge’ cuando te diga que es esa especie de bienestar casero y mental asociado a ver y escuchar el crepitar de la chimenea en una gélida noche de invierno, mientras solo o en pareja uno se arropa entre edredones, toma vino caliente con especias y azúcar y acaricia la generosa pelambre de su perro. Te explicará también que el ‘hygge’ es como comer galletas de canela entre amigos o ver tu teleserie favorita desde el iglú térmico de tu casa, sin que importe que sean sólo cuatro las horas de sol que tiene Dinamarca en lo más crudo del invierno.
Por tanto, ¿practicará el Copenhague el fútbol de la felicidad? ¿Se cargó su espíritu la afrenta del Jagiellonia Byalistok? De aquí al jueves el aficionado bético tiene tiempo para investigar y ofrecer su ayuda al ingeniero Pellegrini. El fútbol danés, si es por recordar, lo meteríamos cromo a cromo dentro de una de aquellas cajas azules de galletas (danesas y con mantequilla, por supuesto). Conservamos en su interior los cromos de los hermanos Laudrup. O esa otra foto de equipo exultante tras ganar Dinamarca imprevistamente la Eurocopa de 1992 (los daneses sustituyeron a Yugoslavia, sancionada por la guerra que la consumía a sangre, fuego y barbarie). Aun así, el principal cromo conservado, gustosamente ajado, sigue siendo el que a servidor y a tantos otros nos remite a Allan Simonsen, aquel frágil pero estupendo ‘Muñeco’ Simonsen, balón de oro (1977) y azulgrana en aquella era manirrota del primer José Luis Núñez setentero y ochentero.
No es de esperar que el Copenhague haya caído en la angustia y la ansiedad al verse disputando la tercera competición europea y no la primera, a lo que se había habituado en estos años. Si fuera así tienen a mano a su más preclaro hijo, Soren Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, padre del existencialismo y primer estudioso de la angustia. El jueves se verá si practican el fútbol en modo ‘hygge’ o si les dura la crisis de ansiedad que les dejó el Jagiellonia.