Vacaciones
Antonio Félix 16/10/2024 |
Lo bueno del Betis es que nunca se pierde el sentido del humor. La del otro día del presidente, sin ir más lejos. Que si estamos afligidos con el derbi, que si hemos hecho autocrítica, que si esto no puede ser, que si vamos a hacer más autocrítica… pero que, oigan, se me olvidaba, la próxima semana no pregunten por el entrenador porque se nos marcha a Chile con la familia, que ya le teníamos los pasajes comprados. Gilismo, grouchismo, surrealismo, todo junto. Menuda broma.
Lo que pasa es que, luego, se nos enfadan cuando se dice que el gran problema del Betis, muy endémico pero, desde luego, nada corregido por esta directiva es el conformismo, la falta de colmillo en el club, la cosa ésa de que, pase lo que pase, al final siempre da igual. Eso no es así, se molestan, antes de darle una semanita libre al míster después del enésimo ridículo en un derbi y frente a un calendario que, en dos semanitas, acumulará al Osasuna (quinto de la Liga), Atlético y Athletic, con los compromisos de la Conference y la Copa interpuestos. Un panorama para relajarse. Total.
Pero más que la modorra del club, que, como decimos, es algo que viene de largo, sorprende la del propio Pellegrini, el alma máter de todo este invento, y el único entre la jerarquía verdiblanca al que se veía realmente apretar y meter tensión (ese enemigo público del alma bética). Desde la pretemporada, se advirtió a un Pellegrini lacio, permisivo, complaciente. A pesar de cargar desde pronto con situaciones esperpénticas (recordemos que el curso comenzó con Ruibal de delantero), el entrenador no alzó nunca su voz. Es más, respaldó pública y rotundamente una planificación a todas luces insuficiente. Es difícil pensar por qué. Tal vez porque haya participado tan activamente en los movimientos del plantel que resultara hipócrita ahora descalificarlos (lo cierto es que uno no ve al muchacho que hay en la dirección deportiva imponiéndole salidas o fichajes a don Manuel). O, tal vez, porque ande ya arrojando la toalla.
Igual que, en los últimos años, el Betis se ha caracterizado mucho por esa falta de ambición para hollar las cotas más altas cuando parecían estar a su alcance, también ha sucedido que siempre ha salido a flote cuando venían mal dadas y se precipitaba el derrumbe. Algo que, para los observadores desapasionados, le convertía en un equipo indescifrable. Pero lo cierto es que tanto una cosa como la otra se fundamentaban en plantillas realmente potentes, con futbolistas de una enorme categoría que, además, alcanzaron el cénit de sus carreras en Heliópolis. Hoy eso ya no existe. El Betis, entre una planificación fallida y algunas lesiones gravosas (Isco, Carvalho), ha mutado de equipazo a equipete, con la dificultad que eso conlleva para salvar los baches. Toca, otra vez, que el genio Pellegrini agite su varita. Eso si no la ha olvidado en Chile.