Pleitesía
Antonio Félix 06/09/2023 |
Entre las mejoras, muchas y bien cruciales, que Manuel Pellegrini ha introducido en el Betis tal vez la más importante sea ésta: la paz. Con el técnico chileno se acabaron los conflictos en un club acostumbrado a vivir en la tormenta. No hay problema que no sepa templar y atemperar Pellegrini, hasta reconducirlo a un punto distante y silente, fuera de foco. Porque los líos, en realidad, no han dejado de sucederse dentro del equipo, faltaría más, pero bajo el auspicio de su sabio entrenador apenas han trascendido, hasta hacerse humo en ese incienso que destila este raro, sosegado y armónico Betis.
Bien es cierto que dos no riñen cuando uno no quiere. O cuando uno no puede, como es el caso. No hay en el club quien tenga el cuajo de discutirle al entrenador, cuya plenipotenciaria figura no ha parado de divinizarse con el paso de los años. Pellegrini es el amo y señor de un Betis que se le ha entregado con devoción inquebrantable, plegado por completo a sus designios por más costosos que éstos fueran. Porque todo tiene un precio, y el del éxito verdiblanco en estos años de don Manuel no está siendo poco gordo. Desde cierta perspectiva, se podría incluso decir que el chileno es tan responsable de las glorias deportivas del equipo como de la ruina económica del club, si no fuera porque él no echa ni media cuenta. Esa responsabilidad está delegada en los señores presidentes y sus amanuenses del consejo. Pellegrini sólo dispone. Y los demás obedecen, cueste lo que cueste.
El último ejemplo sobre la necesidad y la virtud, sobre lo que uno manda y el otro acata, lo tenemos bien reciente. Tras la victoria sobre el Rayo, don Manuel, listo como un zorro, no tardó un segundo en lanzar su advertencia: “Vender a Luiz Felipe ahora sería una irresponsabilidad”. Es de suponer el escalofrío que cada una de esas palabras produjo en los esqueletos de los señores Haro y Catalán, sumos avalistas del Real Betis, que contemplaban el negociaco del central italiano (cero coste, 22 millones árabes) como el maná por el que tanto rezaron durante el mercado para enderezar las malditas cuentas. ¿Alguien duda, sin embargo, sobre dónde va a jugar Luiz Felipe desde que Pellegrini completó su oración?
El caso es paradigmático para explicar la realidad del Betis, el éxito deportivo que le da reclutar jugadores realmente formidables, y el trastorno económico que produce no poder pagarlos. Porque el drama del club en los últimos años se reduce a esa cuestión esencial: contar con una plantilla que, sencillamente, está lejos de poder sostener. Eso le ha ido conduciendo a una espiral cienagosa (crédito de la Liga, crédito de un fondo de riesgo, ampliación de capital…) que, lejos de arreglar el problema, lo ha ido intensificando, como intensifica la gangrena un tratamiento con sólo tiritas y mercromina. Por supuesto, al entrenador todo esto le resbala. Su trabajo es apretar con todo para alinear a los mejores futbolistas y obtener triunfos, y eso lo hace a la perfección. Son los otros quienes no hacen bien el suyo para costearlos. Y más allá de sus disparatados planes de futuro para reconducir este drama, tal vez convendría que probaran otras alternativas. ¿Qué tal decirle alguna vez a Pellegrini que no? Eso sí que da miedo.