Rocío Gómez, orgullo para el voleibol
Lucas Haurie 20/01/2025 |
Paco Carmona, profesor de Educación Física, es el artífice de la carrera de Rocío Gómez, que emuló a su hermano y sus vecinos para pasar balones sorteando una red. El primer día se llevó un pelotazo, pero se enganchó al voleibol, deporte con el que no se imaginaba dedicarse de manera profesional. Después de más de dos décadas como jugadora, transmite su experiencia y sus valores a los más pequeños en Murcia. Sobresalió pronto en Andújar y tuvo la suerte de formar parte de equipos asentados y pujantes en campeonatos provinciales y andaluces. Progresa con rapidez, precisamente en un torneo de Cádiz como juvenil, y llamó la atención de un técnico. Dos años después emigra a San Sebastián de los Reyes, a un equipo conocido como Sanse, donde coincide con Fernández de Velasco, capitana y espejo en el que mirarse. Fue una aprendiz privilegiada.
Entró en una preconvocatoria en la selección española, como número doce, plaza reservada a las novatas para que fueran cogiendo experiencia. Su estreno tuvo premio por la lesión de una compañera. Se quedó para disputar el Europeo. Nunca olvidará el punto decisivo que celebró para jugar en Alemania en 2013. Hizo carrera en numerosos equipos de la Península Ibérica, pero probó a jugar fuera de España. Militó durante cuatro temporadas en Bélgica, en un club que era como una familia, el Farciennes. Caló tanto que regresó como entrenadora, con nuevos métodos de entrenamientos y tácticas en sus primeros pinitos con los equipos filiales.
Con el Sanse ganó la copa de la Reina en 2008; también se coronó en la Copa Princesa en 2010 y un año más tarde festejó con el Nuchar Murillo el ascenso a la Superliga. Su palmarés también tiene varios subcampeonatos de Liga. En Bélgica sólo echaba de menos el sol y en cualquier equipo de fuera de su tierra añoraba como nadie la Romería. La jiennense se despidió como profesional en el Haro Rioja, otra segunda casa. Regresó fugazmente a Andalucía para entrenar en los escalafones inferiores de Linares, labor que ahora continúa en Murcia. Su compromiso social está asegurado fuera de las canchas, con las nuevas hornadas de jugadores, y con su lucha por los derechos LGTBI, que enarbola con orgullo.