Sergio Gallardo: Goleador a pesar de los pesares
Lucas Haurie 23/12/2024 |
El deporte llegó con naturalidad a Sergio Gallardo. Problemas congénitos de visión le impidieron una infancia normal. Su traslado a Madrid, para estudiar en la ONCE, le puso en contacto con el goalball, una modalidad de fútbol sala, adaptado para invidentes. El sevillano llegó a jugar en la selección española, pero las diferentes intervenciones quirúrgicas a las que le sometieron mejoraron su discapacidad y con nivel B4 ya no puede enfundarse la elástica nacional. La ONCE le ha enseñado rutinas para desenvolverse en el día a día y, sobre todo, mejoró en tener mucha disciplina. Sergio Gallardo, de prácticas en esta empresa, estudió Grado Medio de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Los libros le terminaron enganchando también y tiene claro que hará una carrera universitaria. Se inclina por la docencia o la fisioterapia.
Tantas horas encerrado necesitaban una liberación para desahogarse y desconectar de las rutinas. Encontró el método en el goalball, cuando su profesor de Educación Física en Madrid organizó un torneo en la ONCE. Ganó la clase de Gallardo, natural de Benacazón, quien al regresar a casa se puso en contacto con Javier Serrato para jugar en el equipo de Sevilla. Despuntó en este sucedáneo de fútbol que se practica con porterías de nueve metros de largo y metro y medio de alto; los jugadores llevan los ojos vendados y el balón tiene cascabeles para orientarse en la conducción y el golpeo. El sevillano ha sido campeón de la Copa Andaluza en numerosas ocasiones y subcampeón de España. También ha jugado en Lisboa, donde podría regresar, ya que el Sporting de la capital lusa y el Oporto están invirtiendo mucho en el goalball. Está en negociaciones para formar parte de la recién creada Super Liga. De todas formas, está arraigado en Sevilla, donde el nivel ha subido bastante en los últimos años.
Sergio Gallardo tiene una catarata congénita y un glaucoma. Nació ciego, aunque las intervenciones lograron salvarle el ojo derecho. Debe tenerse una deficiencia mínima de B3 para enfundarse, de nuevo, la camiseta de la selección española, que añora por los goles que marcaba en torneos internacionales y la emoción que sentía al escuchar el himno nacional.