Cabildo

El año que robaron la corona de la Virgen

María José Caldero
María José Caldero
06/08/2024

Nadie vio nada. Alguien había conseguido entrar en la Capilla Real y accedido al camarín de la Virgen para robar su corona y la flor de brillantes que llevaba el Niño en su mano izquierda. 

Era el 1 de abril de 1873 cuando el sacristán mayor y los acólitos de la Capilla Real abrían el camarín de la Virgen para exponerla al culto de los devotos en la misa y descubrían el robo sacrílego. Inmediatamente lo pusieron en conocimiento del Capellán Mayor de la capilla quien decidió convocar  un cabildo extraordinario aquella misma semana, semana de Pasión justamente. El robo fue comunicado al cardenal Luis de la Lastra y Cuesta y al Juez de 1ª Instancia para iniciar las diligencias oportunas.

El robo causó una honda consternación y tuvo trascendencia nacional e internacional. No se había sustraído una pieza menor, la importancia histórica de la corona convertía aquel hecho delictivo en algo gravísimo por lo que suponía de pérdida patrimonial. Se trataba, nada más y nada menos, que de una corona que había pertenecido a la reina consorte Beatriz de Suabia, primera esposa de Fernando III y que, tradicionalmente, se había tenido por una donación del Santo Rey a su devoción más profunda y querida, por lo que se trataba de una pieza que la Virgen había portado desde el siglo XIII.

La corona, que había sido fotografiada por Jean Laurent Minier en 1872, era una valiosísima joya realizada a base de placas articuladas en las que estaban engastadas zafiros, esmeraldas, piedras preciosas y las águilas de oro que le daban el nombre de "corona de las águilas". Así lo documenta la profesora Teresa Laguna en un artículo publicado en la revista del Laboratorio de Arte en 2015.

La gravedad del robo obligó al Cabildo catedralicio a tomar medidas de seguridad prohibiendo la exhibición de las joyas de la Virgen a cualquiera que no tuviera un permiso especial expedido por el propio Cabildo y redoblando las rondas de seguridad con peones acompañados por perros. En cualquier caso, la labor de vigilancia la dificultaban la propia inmensidad de la Catedral y la oscuridad y penumbra que envolvían sus naves en las horas nocturnas, dado que la instalación eléctrica no llegaría hasta la última década del siglo XIX, de hecho, un año después, se sufría en la propia Catedral el robo del fragmento de la imagen de San Antonio (Murillo, 1656) del retablo de la Capilla del Bautismo y que se recuperaría meses más tarde en Nueva York, pudiéndose reintegrar el fragmento en la obra original.

El robo de la histórica corona provocó el encargo en el mismo año de 1873 de una nueva al platero José Lecaroz, miembro de una familia de plateros con taller en la calle Chicarreros. Se desconoce quién sufragó o donó la nueva pieza, aunque hay quien piensa que, quizás, pudo ser un regalo de los Duques de Montpensier, reconocidos devotos de la Virgen a la que ya habían hecho otras donaciones como los corales y perlas que adornan el pecherín de corales o el manto de terciopelo rojo bordado en oro ya en fecha posterior, en 1893.

Pero en el ánimo del Cabildo de la Catedral siempre estuvo el anhelo de volver a ofrendar a la Virgen con una corona suntuosa y rica, algo de lo que adolecía la de Lecaroz, que no tenía piedras preciosas, por lo que se autorizó a recabar  entre los fieles y devotos de la Sagrada Imagen las joyas necesarias para la nueva corona. Esta nueva pieza, encargada en 1876 a Manuel González de Rojas, es la corona de filigrana con amatistas, esmeraldas y perlas que luce la Virgen en sus cultos y con la que salió en la procesión del 15 de agosto hasta 1904.

El 4 de diciembre de aquel 1904, la Virgen de los Reyes era coronada canónicamente con la impresionante corona que labró Pedro Vives Ferrer, una obra de estilo bizantino con piedras preciosas, esmeraldas, ángeles de oro esmaltados, una gran perla frontal y un reguero de brillantes que conforman la leyenda: SINE LABE CONCEPTA / REGINA REGUM.

Con el robo de 1873 se perdió la corona de una reina, pero en 1904 se ganó la corona de la Reina de los Reyes.

 



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