¡Qué “jartura” de modernos!
María José Caldero 17/01/2024 |
Lo reconozco. Estos días de presentaciones de carteles de Semana Santa, me entretengo muchísimo leyendo comentarios y publicaciones de esa parte del mundo cofrade de esta Sevilla nuestra que vive atrapada en el costumbrismo de García Ramos.
¡Qué jartura de modernos! Claman al cielo por el destierro de cualquier artista que se atreva a salirse de la estética clásica, tradicional, canónica, genuinamente sevillana de toda la vida de Dios y de quienes gustamos de abrir las ventanas para que entre aire nuevo, porque vamos a cargarnos la Semana Santa. Quinientos años tiene nuestra Fiesta Mayor, con sus quinientas guerras, sus epidemias y pandemias, sus prohibiciones, sus hermandades extinguidas, sus derribos e incendios provocados, sus revoluciones y sus carreritas en la Madrugá, pero se la van a cargar los modernitos. Vaya por Dios.
Escribo estas líneas, veinticuatro horas después de la presentación del cartel de las efemérides que se celebran este 2024 en torno a la histórica Virgen de la Hiniesta Gloriosa.
No me gusta el cartel de Santiago Ydáñez. Porque se puede y se debe decir cuando algo gusta o no gusta, lo que no se debe hacer jamás, porque caemos en el alarde de la propia ignorancia, es calificar una obra de buena o mala sin tener, al menos, un mínimo de formación en la materia. Miren, yo puedo decir que no me gusta el cine de Almodóvar, pero no se me ocurriría calificarlo de “basura” cuando no sé ni cómo se coge una claqueta.
Curiosamente, se es mucho más comedido para criticar un libro o una película, pero cuando se trata de las artes plásticas, a todo el mundo le sale el crítico de arte que piensa que lleva dentro.
Decía que no me gustaba el cartel de Ydáñez porque, en mi opinión, le falta la fuerza expresiva que me gusta ver en un cartel, que es la misma fuerza que desprenden las obras del artista de Puente de Génave. Por favor, vean sus obras, ¿cómo puede alguien denigrar el trabajo de un artistazo como Ydáñez?
Y pongo el ejemplo del jiennense como puedo poner el de Manolo Cuervo y su “chorreón de pintura por lo arto del Cachorro”, el de Daniel Franca y su “cartel desenfocao” de la Estrella, o irnos más atrás en el tiempo y leer lo que se dijo del cartel de Antonio Agudo de 1999 o del mítico collage de Rolando Campos de 1984.
Afortunadamente, esta ciudad avanza. Muy poquito, muy lentamente, muy sobre los pies, pero avanza. Lo hizo Juan Miguel Sánchez con el diseño de un palio que se salía de los cánones “juanmanuelinos” establecidos, un Juan Manuel que también rompió las reglas del diseño decimonónico, como lo hizo Francisco Farfán Ramos en el Calvario, diseñando aquella “mesa de billar” que hoy es el incuestionable paso procesional del portentoso Crucificado de Ocampo.
Siendo justos, esta afición por jugar a sentar cátedra sin haber cogido un libro de Historia del Arte no se circunscribe a nuestra hermosísima y complaciente ciudad. Tras la presentación de los carteles de Málaga y Córdoba han corrido ríos de tinta, porque el complot para acabar con la Semana Santa está mucho más organizado de lo que creen. Ay.
Termino estas líneas con una recomendación, dos, si me lo permiten.
Echen un día un rato en el museo de Bellas Artes y otro en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. El Arte es de las pocas verdades que aún nos queda a modernitos y clásicos en este mundo artificial y deshumanizado