Bebeto

El Petardazo

José Antonio Jiménez 13/10/2013

La locura que había invadido la planta noble del estadio Ramón Sánchez Pizjuán en la 1996/97 propició que futbolistas de medio pelo o de vuelta defendieran la camiseta de un equipo que no pudo evitar lo inevitable a final de temporada: bajar a Segunda división. Con José Antonio Camacho en el banco, un técnico que tendrá un capítulo aparte en esta sección, el Sevilla FC no le ganaba a nadie. En ocasiones, ni siquiera competía. Y eso que José María González de Caldas había tirado la casa por la ventana. Uno de sus muchas malas decisiones, la contratación de nuestro protagonista de la semana: José Roberto Gama de Oliveira.

Bebeto había sido uno de los atacantes de muchísimo nivel en los primeros años de década de los noventa. En el Deportivo de la Coruña se había cansado de anotar goles (29, 16, 16 y 25). Con el cuadro gallego y con la selección brasileña de Romario, Mazinho, Roberto Carlos... Desgraciadamente, la edad terminó pasándole factura a un profesional que con 32 años estaba para partidos de solteros contra casados... salvo que alguien muy desesperado necesitara con urgencia los servicios de un veterano curtido en mil batallas que había vuelto a su país natal para matar el gusanillo en el Flamengo. El delantero no tardó en aceptar la oferta blanca. Normal, cuando te ponen por delante una proposición irrechazable. El sevillismo pensaba que ese fichaje salvaría a su equipo de bajar, llenó el Sánchez Pizjuán la tarde de su debut liguero ante el Real Madrid. Pero...

Los números del Campeón del Mundo con Brasil en 1994 hablan por sí solos. Cinco partidos de Liga disputados con el cuadro blanco (tres completos), cero goles anotados y tres puntos de quince posibles para un conjunto que con el exariete del Deportivo estaba todavía más cerca del descenso. Bebeto alegó falta de adaptación y promesas no cumplidas para justificar lo injustificable. Un rendimiento impropio de un jugador que años atrás había bordado el fútbol. Esas supuestas condiciones contractuales no cumplidas y los exagerados gastos de su esposa en un conocido gran almacén explican su marcha por la puerta de atrás 40 días después de su llegaba multitudinaria a Sevilla. Un adiós que supuso un borrón en un historial intachable hasta entonces.

Tras su fugaz paso por Nervión y convertirse en un petardazo que tarda tiempo en olvidarse, retornó a Brasil antes de comenzar a ganarse la vida en la Liga japonesa, mexicana y saudí. En estos destinos sí vio portería. No como a los pies de la Giralda, donde será recordado por hacer el ridículo con la camiseta del Sevilla FC.