Más Alés que Del Nido
Miguel Ángel Chazarri 15/01/2014 |
Aquellos años en los que en la caja del Sevilla había cero euros y siete balones se le quedaron grabados a fuego a José Castro Carmona. Aquellos años en los que ni siquiera estaba garantizada la permanencia del Sevilla en Segunda División sirvieron de aprendizaje al ya presidente del Sevilla, criado al lado de un dirigente de una sola postura como Roberto Alés. Alés, ya mermado en sus facultades físicas pero con una agilidad mental para las cosas del Sevilla que ya la quisiera más de uno, sonríe cuando escucha a algún hombre de fútbol hablar de proyectos, estructuras, márketing, procesos, sistemas, metodología y líneas de trabajo. Alés puso a Caparrós a trabajar, puso a Monchi a trabajar, tenía al día de cobro a los jugadores y con esta filosofía tan simple pero tan sabia el Sevilla comenzó a respirar.
Pepe Castro siempre tuvo una magnífica relación con Del Nido. Aprendió del éxito arrollador de un hombre osado como pocos y rumboso como ninguno. Pepe Castro no es eso. Es más bien todo lo contrario. De ahí su tono pausado, sus palabras medidas y su decálogo prudente de lo que hará en los próximos meses. Más que pensar en el próximo delantero de siete millones de euros que se debe fichar, Castro mira el panorama del fútbol nacional, con muchos clubes arruinados, y se tienta la ropa. Vienen otros tiempos. Posiblemente seguirán llegando esos jugadores de 7 millones de euros, pero para dar el paso tardará más que Del Nido. Un riesgo o una ventaja, depende del jugador en cuestión.
Dicha austera directriz tendrá grandes matices, claro está. El Sevilla de las penurias quedó muy atrás. En la época de Alés el éxito era sobrevivir. Ahora el Sevilla ha probado la grandeza y la afición, con toda la razón del mundo, reclama un equipo potente. El grado de exigencia es alto. No valen medianías y por supuesto quedan terminantemente prohibido los 'Mosqueras' y 'Acostas'.
Y a partir de aquí, a echarse a andar. En los tiritos de Castro a Del Nido hubo mucho mensaje. Del Nido no ha puesto nada fácil su adiós. Ha intentado seguir sin estar más allá de lo que le corresponde por el peso de sus acciones. Efectivamente, si lo que pretendía era 'vender' una buena parte del capital del club, bien que lo podría haber puesto en conocimiento de sus compañeros de viaje durante tantos años. Ocurre que una operación tan torticera sólo puede estar hecha de esta forma: extraña, poco creíble y metiendo por medio a terceras personas que no son nadie en el sevillismo. Castro sabe perfectamente que en realidad Del Nido no ha vendido nada. Así que otorgándole los merecidos honores, el ya presidente echó la vista atrás y se acordó de Alés, su "maestro". Conecta mucho más con su modo eficaz y silencioso de llevar el club y entender la vida. Mientras siga con fuerzas, el maestro estará muy pendiente de su discípulo.