Sanabria

El Petardazo

José Antonio Jiménez 13/10/2014

Las apariencias engañan. Para muestras, el elenco protagónico de El Graduado (1967, Mike Nichols). Dustin Hoffman, en el papel de un estudiante que recién se había licenciado en la Facultad de Medicina de una ciudad californiana, apenas era en la vida real seis años más joven que la señora Robinson, papel que bordaba la sensual Anne Bancroft. 31 años y 37 tenían ambos durante el rodaje. Y eso que casi parecían madre e hijo. Y es que una cosa es la realidad y otra la ficción. O los resúmenes de la tele de Estudio Estadio, el programa que todos veíamos a las tantas de la noche cada fin de semana. No importaba que al día siguiente hubiera colegio, que nuestra madre quisiera ver alguna película en la segunda cadena. Tocaba sí o sí tragarse los subjetivos comentarios de los redactores de turno hasta que le llegara el turno al Betis o al Sevilla. El más parcial, si la memoria no me falla, el que cada dos semanas repasaba lo hecho por el Valencia en el Luis Casanova. Hablando de resúmenes, uno que brillaba en ellos (en más de una ocasión por méritos propios) fue un delantero que en el Sevilla  FC apenas hizo dos partidos dignos. Curiosamente, sus dos primeros como sevillista: Dante Adrián Sanabria.

El argentino, clave en la salvación del Hércules en la 84/85 tras anotar el tanto del triunfo alicantino ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu, vistió oficialmente la casaca blanca en 30 ocasiones en el campeonato de la regularidad. Partidos en los que anotó 4 dianas. Todas en las primeras 13 jornadas de la 85/86. Su brillante estreno ante las Palmas presagiaba un acierto pleno en su contratación.

Sin embargo, todo se fue al traste ante su exequipo. Minuto 90. 0-0 en el marcador del Ramón Sánchez Pizjuán. El reparto de puntos parecía una realidad hasta que Pérez Sánchez decreta penalti sobre Moisés. Manolo Cardo desde la banda no quería que lo lanzara Sanabria. ¡Qué lo tire Enrique (Montero), qué lo tire Enrique…! Repetía una y otra vez el técnico coriano, consciente de lo complicado de perforar el arco de Espinosa, meta que por narices sabía cómo los lanzaba nuestro petardazo de la semana. El argentino hizo oídos sordos, mandando el balón a la Grada Alta de Gol Norte. Se pueden imaginar el cabreo de su entrenador en los vestuarios…

Fallos puntuales al margen, Sanabria no tardaría en buscarse la vida por otras latitudes. En Jerez de la Frontera es todavía muy recordado por sus actuaciones en el Xerez Deportivo… y en el Garvey Xerez de la División de Honor de Fútbol Sala. En los resúmenes era un portento, pero en realidad no era más que uno de tantos arietes argentinos que cruzaron el charco para ganarse la vida en equipos de segunda fila. Y es que, como en El Graduado, las apariencias engañan.