Josimar

El Petardazo

José Antonio Jiménez 16/03/2014

Si  nuestro petardo de la semana hubiera corrido la banda a la misma velocidad con la que Paul Michael Glaser e Imanol Arias bajaban las escaleras respectivamente en Starsky y Hutch y Anillos de oro, hubiera estado a la altura de un fichaje que levantara no poca expectación a comienzos de 1988. Desgraciadamente, este lateral derecho brasileño que se diera a conocer en el Mundial de México de 1986 tras anotar dos golazos nunca marcó diferencias a orillas del Guadalquivir. Todo lo contrario, casi siempre fue una rémora para un Sevilla que a finales de la década de los 80 y principio de los 90 del siglo pasado se encomendaba a este tipo de contrataciones para formar parte de la élite del balompié patrio. En fichajes mediáticos tan poco efectivos, deportivamente hablando.

De sus 13 partidos oficiales como jugador blanco no queda otra que recordar lo sucedido un Sábado Santo en tierras catalanas. La Sevilla cofrade se había echado a la calle para ver, entre otras hermandades, a La Trinidad. A la altura de María Auxiliadora, el personal no daba crédito a lo que contaba José Antonio Sánchez Araujo. Espanyol 0-2 Sevilla FC tras los goles de Pablo Bengoechea en apenas 20 minutos. Los sevillistas se las prometían muy felices… hasta que llegara la segunda mitad y la lamentable actuación de un jugador superado hasta límites insospechados por los pupilos de Javier Clemente.

El cuadro perico remontó, 3-2 al final de los 90 minutos reglamentarios, los profesionales nervionenses dejaron escapar en el inolvidable estadio de Sarriá una excelente ocasión para acercarse a los puestos europeos y Josimar perdería definitivamente el poco crédito que le quedaba entre dirigentes y aficionados sevillistas. Lo lógico, cuando se rinde tan poco sobre un terreno de juego. El Santo Entierro, que procesionaría horas después del final del choque de tierras catalanas, parecía la viva imagen de una parroquia que había pasado en un rato de presumir de equipo a padecer esa maldición que perseguía a su Sevilla del alma en tantas y tantas primaveras.

Terminada la temporada y consumado un nuevo fiasco deportivo, Josimar volvería a su país natal para comenzar un peregrinaje por distintos equipos de todo el mundo. Un viaje que le permitió mantenerse en activo hasta 1997 (el Mineros de Guayana fue su última estación como futbolista en activo). Desde entonces, este ‘2’ de la escuela carioca ha sido noticia en varias ocasiones por cuestiones que poco o nada tienen que ver con el mundo del fútbol.