David Linde
El Petardazo
José Antonio Jiménez 26/01/2014 |
Nadie entendió en su momento su fichaje. Ni veinte años después de su desembarco en la capital hispalense se puede justificar la contratación de un futbolista tan discreto. Ni de juvenil prometía David Linde Sales (1969), uno de tantos productos formados en la cantera del FC Barcelona (de la misma generación de los Guillermo Amor, Busquets, Tito Vilanova…).
Linde, atacante de cierta calidad con el balón en los pies, debutó en el primer equipo culé recién cumplida la mayoría de edad (lo hizo ante el Real Zaragoza en la temporada 87/88, de la mano de Luis Aragonés). Estreno efímero, porque no tardó en perpetuarse en el Barcelona B. Y del filial azulgrana, al Logroñés. Tampoco en el cuadro riojano hizo nada del otro mundo. Algunos goles y poco más para un jugador consciente de estar condenado a ganarse la vida en elencos de segundo nivel.
Hasta que un día recibe la llamada del Sevilla en el mercado invernal de la temporada 1993/94. Luis Aragonés, el mismo que le había abierto las puertas de la élite cursos atrás, pensaba que a orillas del Guadalquivir podría serle útil a un conjunto necesitado de fondo de armario para meterse en Europa. Ni fondo de armario ni jugador de rotación. Linde evidenciaba una alarmante falta de fondo para ser un habitual en las convocatorias. Los cinco encuentros disputados en su primera campaña en Nervión lo dicen todo.
En la segunda, más de lo mismo. O peor. Porque apenas disputó un encuentro de Liga, adornado con un gol ante el Racing de Santander el Domingo de Resurrección de 1995, la tarde en la que Espartaco firmaba una faena antológica en La Maestranza. Pese a que los de Luis Aragonés se metieron en Europa, Linde se marchó dejando en el recuerdo unas cifras tan discretas como esperadas. Y es que un futbolista de su nivel no podía dar para mucho más.
Tras su adiós, asegura la red de redes que rechazó ofertas del Elche CF y del Balaguer para finalmente firmar por otro equipo ilerdense de Tercera División: la Unió Esportiva Tàrrega. Poco después, pese a sus buenos números (29 tantos), abandonó el fútbol profesional para combinar el deporte con un trabajo como gestor de una empresa de publicidad en Lleida. Un buen gestor que como futbolista no tuvo nivel para jugar en el Sevilla.
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