Carlos Brizzola

El Petardazo

José Antonio Jiménez 15/12/2013

Igual que ahora es moneda común apostar por jugadores comunitarios de más o menos nivel, en los años setenta los equipos de nuestro país decidieron acudir al mercado sudamericano para fichar a profesionales que no tuvieran que ocupar plaza de extranjero al cruzar el charco. Eran los llamados oriundos, profesionales argentinos, paraguayos… con algún antepasado patrio que les otorgara la nacionalidad española. Por eso fichó el Sevilla Fútbol Club en 1976 a nuestro petardazo de la semana: Carlos Américo Brizzola Carassus. Bajo la misma dinámica también desembarcaron por estos lares los Gustavo Fernández, Murúa…

Brizzola era un ariete muy alto y muy poco dotado técnicamente. Un tanque en pocas palabras. Que a los 20 años prometía en las filas de Banfield. Qué bien vendían y venden los argentinos su producto... El avisado ojeador de turno, que también hacía negocio con el eterno rival, lo colocó en Nervión para formar parte de ese selecto club de fichajes que pocos entienden. En su primer año en el conjunto blanco, apenas 20 minutos en Liga ante el Salamanca. Cedido al Algeciras a final de temporada (donde logro seis tantos)… para volver a Sevilla y no volver a vestir la elástica blanca nunca más.

A los que mandaban se les acababa la paciencia con un delantero que no aportaba nada. Y eso que eran tiempos en los que por el Ramón Sánchez Pizjuán no paraban de llegar arietes para no echar de menos a Scotta y Bertoni. Salamanca fue el siguiente destino para un jugador que en categorías menos exigentes tapaba sus evidentes carencias con un balón en los pies (11 goles sumó con el elenco charro en la campaña 1981/82).

El Deportivo de la Coruña, el Cartagena y el modesto Gandía fueron sus siguientes estaciones deportivas antes de colgar las botas en 1989. Más de trece años después de debutar en el Viejo Continente con el cuadro sevillista. Conjuntos en los que tampoco se caracterizó por sembrar el pánico ante las metas contrarias.